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sábado, 25 de septiembre de 2021

Antecedentes de hecho

 

La sala estaba limpia y ordenada, el suelo encerado, las lámparas de mesa encendidas, la suya y la de la silla vacía, frente a ella. Detrás, en el aparador, dos vasos altos de whisky. Cubitos de hielo brillante en un recipiente. 

Mary Joe Hardy estaba esperando a que su marido volviera del trabajo. Se levantó para retirar los vasos y la cubitera. Joe, su esposo, no debía verlos. Al de pocos minutos,  entraba en la casa.

—¿Cómo te fue el día, cariño? -preguntó Mary

—¡Qué quieres que te diga! - exclamó el hombre con un tono de enfado en la voz, las ventas van de mal en peor y a mí se me acaba la paciencia. Los chicos no le ponen ganas.  Nena, ¿has preparado algo para cenar? Estoy hambriento.

Joe se repantingó en su sofá y desabrochó la corbata. El traje marrón estaba salpicado de lamparones. La postura hacía tensar los botones de la camisa sudada y dejaba asomar una barriga flácida y peluda. Mary desvió la mirada con desagrado mientras paseaba por la habitación.

—Lo siento, querido, no he tenido tiempo de cocinar nada. Estuve en la peluquería ¿no te gusta mi  corte de pelo?

Joe levantó una ceja  antes de tomar el mando a distancia y encender el televisor. 

—¡Bah!, ¡si estás igual de vieja! -exclamó.

La mujer se volvió para mirarlo con desprecio en , pero Joe ya estaba enfrascado en el futbol y abandonó la sala. Desde el pasillo le gritó:

—¡Voy a prepararte un bocadillo, cariñooo!

Mary se dirigió a la cocina. El "cariño" le sonó más falso que otras veces.  No le importó.  En el pasillo, unos brazos de otro hombre la atraparon y la metieron en el dormitorio.

—¿Estás loco?, ¡shsss, cuidado!, no salgas todavía . Y esconde eso -musitó.

El hombre de espaldas, retiró con la mano el pelo del cuello de Mary y lo besó. Mary, subyugada, encogía sus hombros, se dejaba hacer. Un agradable escalofrío le recorrió la espalda. Suficiente para olvidar la groseria de Joe. La mujer se volvió y lo abrazo con frenesí. Cerró la puerta  con suavidad. Los dos se olvidaron por un momento de la presencia de Joe hasta que el bruto comenzó a gritar:

—¡Mary, hija de la gran putaaa!, ¡mueve el culo y traéme el jodido bocadillooo!

La señora Hardy, furiosa se zafó del hombre y se dejo caer en la cama con los brazos en aspa:

—¿Lo ves, Mike? Es insoportable, ¡que se joda!

Mike abrió la puerta con sigilo. Se giró hacia la mujer, arqueó las cejas y  con el dedo índice apuntando susurró:

—¡Bang!

Y marchó por el pasillo de puntillas.

Tumbada en la cama, Mary Joe Hardy comenzó a reírse entre dientes.

"Recuperando sombras, tras un año sin escribir"


1 comentario:

  1. Con ese tipo que tiene por marido no me extraña que la mujer le sea infiel..
    Me alegro de que hayas recuperado el blog.

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