Y se esconden aquí, arrimados a la sombra, emborronando papeles.
Bitácora de Ana M. Blanco
Páginas
lunes, 30 de enero de 2012
Experto en silencios, de Pablo Gonz
Hace unas semanas que leí el libro de Pablo González, experto en silencios. A lo largo del texto asistimos a la creación de un personaje, Kola, que desconoce su afortunada identidad. Invocaciones a Marcel, una despampanante compañera y comparaciones tipo "[..] púdrete en tu silencio de viga de Venecia[..]". Contado a toda velocidad, a veces me parecía estar metida en una road novel. (si es que existe este término).
martes, 17 de enero de 2012
jueves, 12 de enero de 2012
El Salomón de Entrambasagüas
Al diablo no le gusta ahora que le vuelva con velas a San Judas Tadeo. Al diablo le gustaba rondarme la oreja, que se la preparase a Don Eustaquio, el curilla nuevo, que gastó el dinero del Obispado en arreglar mi casa.
El diablo insistía en que Don Eustaquio desobedeció la ley de Dios que emana del Obispado. ¡Gracias al Rey Salomón que me inspiró con lo del vino al cianuro! Don Eustaquio ganó el cielo y el diablo me dejó tranquilo.
El diablo insistía en que Don Eustaquio desobedeció la ley de Dios que emana del Obispado. ¡Gracias al Rey Salomón que me inspiró con lo del vino al cianuro! Don Eustaquio ganó el cielo y el diablo me dejó tranquilo.
Poco duró la cosa; mal rayo les parta a los dos que me andan todo el día pon velas, quita velas.
sábado, 7 de enero de 2012
Cenicienta de alquiler
Este se quedó conmigo. Los otros se los repartieron entre Isabel y Marta. Ansiosas como eran vinieron corriendo en el momento del parto. No esperaban dos. Mejor. Si no, se habrían matado. Lo echaron a suertes. Isabel se quedó con el que deseaba Marta. Marta miraba recelosa el de Isabel. A escondidas, cada una se salió con la suya. Yo también. No esperaban tres. En un descuido cogí aguja e hilo. Le libraré de todo mal, tendrá el responso más íntimo y el más cálido de los nichos.
martes, 3 de enero de 2012
Autocine
Marie Joe espera en el porche. En cuanto ve llegar el magnífico Oldsmobile, conducido por la cazadora de James, la falda acampanada se le ondula mientras el puño rosa de su rebeca cierra con llave. La cazadora de cuero le abre la puerta del coche y unos jeans le rozan la falda con frenesí. Se escucha un beso. La cabeza de Marie Joe reposa sobre la manga de la cazadora que protege su espalda. El Oldsmobile arranca, hacia la colina, desde donde divisan las luces palpitantes de la ciudad. La manga de cuero baja la ventanilla, sale del coche, paga la entrada y compra palomitas de maíz y refrescos de cola para la rebeca rosa. Junto a ellos, otras cazadoras y otras rebecas guarecidas al amor de otros Oldsmobile, Buick y Mercury van siendo arrancadas de sus cuerpos y arrojadas al asiento trasero, donde darán rienda suelta a sus placeres. La rebeca de Marie Joe correrá peor suerte. Un desafortunado golpe de viento la saca por la ventana, y la chupa de James, desesperada e inmóvil, la contempla durante horas emborronada de polvo, sucia y pisoteada por las ruedas de los que poco a poco abandonan la escena. Cuando los cuerpos sofocados sienten el frío, la cazadora recupera la esperanza, pero Marie Joe no acusa la falta. El coche arranca y la cazadora, ahora perfumada por el dulce olor de Marie Joe, divisa resignada el pálido reflejo rosa en el suelo, mientras al fondo, en la pantalla, un iluminado Charlton Heston divide las aguas del Mar Rojo.
Desde mi ombligo
Contemplo el número 24 de la revista narrativas. En la página 104, al ladito de Rocío Romero, me colé con Autocine
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