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martes, 5 de febrero de 2019

Jaque Mate


 Cuando escucho la voz que sale por los altavoces, me bajo; va a ser un día largo. Fijo los ojos en el suelo, abrumado por lo que me espera y, al levantarlos, encuentro su rostro. Inesperado. Reprimo el impulso de acercarme por un hueco en el camino abarrotado de abrigos. Me detengo; total, ¿para qué? Han pasado veinte años. Es curioso verla en el mismo lugar.
El tiempo, entonces, estaba vacío de prisa. No así el deseo, que tiraba de mí para llegar a la estación cuando quedaba con ella. Acuden a la memoria el abrazo, el beso, el cesto de la playa en el andén. Comenzaba el viaje. Sentada junto a ventana, apoyaba su cara en el cristal, con la mirada perdida en el paisaje, al compás del traqueteo del tren. Yo la miraba. Le recogía un mechón y lo apartaba detrás de su oreja. Aguantaba o disimulaba mi deseo. Cuando llegábamos a Sopelana, una riada de gente, cargada con sombrillas, niños y balones de playa, abandonaba el vagón. Nosotros bajábamos en la última parada. El tren se iba vaciando conforme avanzábamos. Nos acercábamos. Las manos, torpes e inexpertas, tropezaban con la cremallera o la hebilla del cinturón. Alguna mirada censora no aprobaba nuestros juegos y ella enrojecía. Nos deteníamos. Llegábamos al final. Nos gustaba el paseo de la ría hasta la playa. Siempre estaba tranquila. Corríamos para alcanzar la orilla y nadar hasta las boyas. Al salir del agua, otra carrera hasta tender, exhaustos, los cuerpos al sol. Después, los bocadillos de tortilla con arena y la partida de ajedrez. Lo traía en un estuche plegable y dentro, entre gomaespuma troquelada, iban colocadas todas las piezas. Aún recuerdo el olor a madera de cedro, cuando lo abría. La radio portátil hacía las veces de reloj. Me dejaba ganar. Nos reíamos a carcajadas. Al atardecer, la puesta de sol, los pies colgados en el rompeolas. Nos hacíamos fotos. Recuerdo el sabor a sal, las promesas y el adiós. Está más bella que antes. Una vez, de regreso a casa, perdimos el tren.

Mi aportación a "Relatos para el andén", iniciativa literaria para conmemorar el 125º aniversario de la llegada del tren a Plentzia

1 comentario:

  1. Me parece que no es que perdieran el tren, sino que lo dejaron perder... :)

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