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martes, 1 de julio de 2014

Big Bang

Fue cuestión de un minuto lo que tardó el cielo en cargarse de nubes y oscurecer la playa. La arena tomó la temperatura del hielo.  Muchos  comenzamos a tiritar. Los adultos miraban la masa tubular del fondo y corrían, tomando de la mano a los niños. Una brisa cargada de polvo sacudió la playa arrastrando gorras y toallas. La masa avanzaba con celeridad y se elevaba tragando botes, motos de agua, hombres, mujeres y cuanto estorbaba su paso.  El mar respondió al ataque abriendo una boca espléndida y allí nos escondimos cuántos corríamos para no ser arrastrados por el tornado.  Lo último que recuerdo es un desagüe abisal que nos condujo a este agujero negro. 
 Desde entonces, habitamos este oscuro lugar de náufragos. Hemos reciclado todo aquello que el mar arrebató al tornado y con ello hemos construido chozas y  palafitos. Cultivamos huertos de algas  y la natural evolución ha escamado nuestra piel y enfrentado nuestros ojos. No tenemos agallas; la respiración es un ejercicio accesorio. Practicamos un silencio comunicativo. Más que caminar,  gravitamos. A veces, cuando se cuela  alguna corriente fría, recordamos la época del tornado. Todo cuanto adornaba la vida en aquel cálido planeta.
 Algunos dicen que lo que conocimos como nuestra tierra es ahora un cementerio inabarcable. 

3 comentarios:

  1. La imagen es del mar abriendo la boca y tragándonos es... Me gustó mucho, tiene muchas lecturas y el que lee tiene huecos a llenar por todas partes.
    Felicidades

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  2. Qué angustia. Se lee con ganas de llegar al final. Me ha gustado mucho.
    Besicos muchos.

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