El anochecer
dibuja su silueta tambaleando entre callejones hasta llegar al hospital. Ya son meses desde aquel día en
que tras una borrachera de sangre, perdió el
equilibrio, empotró su rostro
contra la pared y perdió un colmillo. El otro, el sano, se le fue astillando.
El dentista aconsejó un puente que demasiadas veces se soltaba con la
consiguiente solfa de la víctima, quien tras el estupor inicial, huía muerta de
la risa. Cada vez le era más difícil llevarse un cuello a la
boca, incluso un pescuezo. Quizás hoy tenga suerte y consiga una de esas bolsas
de litro. Aunque la gente es un asco, cada día hay menos donantes.
Me he reído con la fatalidad de este pobre vampiro, pero al final es que hasta me ha dado "penita" ¡pobre! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesitos
¿de veras? era de estos reciclados que tenía por allí y nunca me acabó de convencer. Ahora lo veo con otros ojos.
EliminarBesos