Con este amargor tan extraño antes, tan familiar ahora, hemos cargado poco a poco las estancias de nuestra casa. Como no abrimos las ventanas, al amanecer su presencia es aún más palpable y estamos incómodos. Nos falta el aire. Tú no me crees, pero yo tengo la sospecha de que lo alimentamos noche a noche con silencios y miradas sesgadas.
¡Uf! Una atmósfera irrespirable. Se masca la tragedia.
ResponderEliminarUn abrazo, Ana.
A lo mejor se arreglan. Al menos uno se ha dado cuenta,
EliminarAbrazos, MJ
Duele, Ana; el desamor -amargo, muy amargo- siempre duele.
ResponderEliminarUn abrazo,
Sobre todo saber que no hay vuelta atrás,
EliminarAbrazos, Pedro
Está claro que ahí falta el aire, un poco de aire fresco; no se puede respirar un aire viciado. Describes perfectamente el estado de los protagonistas. Me gustó.
ResponderEliminarUn abrazo Ana
Me alegro de que tambíén llege a Sevilla,
EliminarUn abrazo, Pun
Leyéndolo me ha empezado a faltar el aire.
ResponderEliminarClaustrofóbico.
Par de abrazos.
Gracias, Lola. Recibo el par,
EliminarBesos
Sí, se nota que el aire está viciado, lo haces sentir perfectamente.
ResponderEliminarBesitos
Gracias,
EliminarBesitos oxigenados!