Y se esconden aquí, arrimados a la sombra, emborronando papeles.
Bitácora de Ana M. Blanco
Páginas
jueves, 26 de mayo de 2011
Pesquisas a la muerte de Pablo Gonz.
La pistola con el dedo todavía en el gatillo, el estupor de la asistenta y el desconsuelo de la esposa indicaban que se trataba de un suicidio. Pero unas tijeras en el cubilete del escritorio y un callo en el dedo corazón de la otra mano, desvelaban el perfil de un asesino descuidado o que no conocía demasiado a su víctima.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Qué bien, Ana! Ahora soy un personaje literario. Muerto, vale, pero personaje al fin y al cabo. En todo caso, zurdo, pero ojo sólo escribo con la mano izquierda.
ResponderEliminarAbrazos muy agradecidos,
PABLO GONZ
Ayer y hoy leí dos micros sobre Pablo Gonz, porque lo he visto en carne y hueso que si no, estaría convencida de que es un personaje literario; bueno ahora ya es ambas cosas.
ResponderEliminarUn abrazo
Vaya, te lo cargaste!!! Al personaje, menos mal que nos dejaste al real.
ResponderEliminarAbrazos
Para Pablo Gonz, que ayudado por sus acólitos resucitó de entre los muertos. ;))
ResponderEliminarA ver, a ver... que ya estaba a punto de acostumbrarme a estar muerto y ahora me resucitan. Así no hay quien viva.
ResponderEliminar